Primera parte: ¿Dónde está la educación de calidad?
La siguiente historia está basada en hechos reales. De esos que a uno lo hacen cuestionarse el mundo en el que vive y la clase de información que estamos recibiendo día a día. Póngase cómodo (o cómoda) y ojo con las palabras en verde.
En los últimos años, en Chile ha tomado fuerza la idea de que el acceso a la educación universitaria debería ser “gratuita y de calidad”. Marchas de miles de estudiantes por las calles de Santiago y regiones se tomaron la prensa por meses y obligaron a los Gobiernos de turno a escribir nuevas leyes y reformas. La premisa de la gratuidad, avalada por un sector político y despreciada por el otro, ha estado en la conversación diaria de los chilenos. Usted puede tener sus razones para apoyar esta idea o no, pero hoy me quiero centrar en la siguiente noticia:
A mediados de Junio de 2017 una candidata al parlamento chileno propuso que la educación de calidad y gratuita ya existía. Que se llamaba “internet”. Y parece ser lógico. Usted prende un computador, ingresa a Google y en esa bendita página puede buscar información sobre lo que desee. Hasta ahí, parece que vamos bien.
Un día, realicé el siguiente ejercicio. Hágalo usted también. Escribí en Google “beber agua de mar” y encontré la no despreciable suma de 498 MIL resultados.
Genial, pensará usted. Si todo lo que le enseñaron en Ciencias en la escuela es verdad, entonces usted sabrá que la cantidad de sales en el mar es tan alta, que usted puede sufrir un proceso llamado shock osmótico en su intestino (si no recuerda lo que es osmosis, ya la palabra shock suena como algo muy muy muy malo). Brevemente: las células que recubre su aparato digestivo morirán rápidamente por deshidratación porque la cantidad de sales fuera de ellas es MUY alta.
Pero… sorpresa.
La mayoría de los primeros resultados en Google tratan de los supuestos beneficios de tomar agua de mar. Si no me cree, les dejo capturas de imágenes a continuación:
Segunda parte: La gente no quiere aprender, sólo quiere tener la razón.
¿Alguna vez ha leído los comentarios debajo de una noticia de corte científico en Facebook o YouTube? ¿Se ha fijado cuánta pasión puede haber en una persona que discute acerca de las vacunas, los remedios o los alimentos? ¿Se ha preguntado si esa pasión está avalada por información verídica? ¿Se ha puesto ha pensar que tal vez usted SI sabe sobre muchos temas o en algún momento se los enseñaron y por ende tiene buenos argumentos para debatir?
Siguiendo con mi historia del agua de mar, les resumo los mayores puntos tratados en estas páginas web o videos de youtube. En este momento debo adelantarme y decirles que lo que está escrito en estos puntos NO tiene sustento, pero acá vamos:
- Beber agua de mar no es tan malo como le quieren hacer creer.
- Antiguas culturas la bebían y nadie moría.
- Beber agua de mar cura enfermedades y por eso la industria farmacéutica esconde el secreto porque nos quiere seguir vendiendo pastillas.
- El agua de mar tiene componentes especiales que no se encuentran en otra parte del mundo.
- El agua del mar no se contamina porque es una especie de ser que se auto-regula y no hay microorganismos capaces de vivir en ella.
En resumen, alguien en su cabeza ideó que el shock osmótico no existía (un fenómeno físico comprobado y re-comprobado por científicos tanto nazis como comunistas). Alguien, a su vez, pretende hacernos creer que hay compuestos químicos exclusivos de los océanos. Peor aún, alguien tiene la idea que los océanos son estériles (es decir, que no tendrían microorganismos que presentan un riesgo para la salud humana). Finalmente, cuando todas las promesas se acaban, alguien utiliza el argumento que indica que “alguien nos está engañando” para que usted dude de ese fenómeno físico comprobado y re-comprobado y piense que esto es (otra) conspiración farmacéutica.
En estos momentos usted me va a decir: “pero joven, hay gente que toma agua de mar y no se ha muerto”. ¿Cómo lo sé? Pues vea el comentario a continuación:
Si es verdad que hay un grupo de sabios allá afuera, tal vez el error era mío. Una lectora alguna vez me dijo que no tuviera miedo a “abrir mi mente” a nuevas cosas cuando de Ciencia se tratase, así que intenté seguir su consejo. Curioso, empecé a buscar qué era esta agua de mar especial que la gente bebía y me encontré con una curiosa sorpresa: previo a su consumo, la gente agrega tres partes de agua destilada por una parte de agua de mar. Es decir, nadie bebe el agua de mar pura (lo que causaría el shock que mencioné anteriormente), sino que beben un líquido similar al agua que sale de la llave de la cocina con la firme convicción de que al venir del océano tiene otras “propiedades”. Si no me cree a mi, vea esta fotografía:
Si no le gustó el ejemplo del agua de la llave, elija su marca de agua mineral o de agua purificada favorita. Si no está de acuerdo con las industrias, elija su arroyo favorito. Los químicos que leen este artículo saben que agregar agua pura a cualquier cosa se llama diluir, y aún en agua diluida habrán muchos componentes que tal vez usted necesita en mínimas cantidades.
Y no, las sales que usted encuentra en el mar no son especiales ni místicas.
Tercera parte: Usted no sabe que sí sabe.
En la pasión por defender el consumo de agua de mar, la gente recurrirá a argumentos que suenan muy bonitos por el uso excesivo de palabras técnicas. Por ejemplo:
¿Se fijó que este argumento tiene un grave problema?