La bióloga Carolina Torrealba (40), miembro de la Fundación Ciencia & Vida, es una de las principales impulsoras del nuevo Ministerio de Ciencia y Tecnología. Sin embargo, dice que el proyecto “es poco ambicioso y a veces ingenuo”, y agrega que no vio una voluntad de Mario Hamuy, director de Conicyt, reconfirmado por Piñera, “de avanzar en los temas conflictivos”.
Cuando en 1998, la traductora María Alicia Ruiz Tagle tuvo más detalles del nuevo trabajo que le encargaban, corrió a la pieza de su hija, Carolina Torrealba.
A fines de ese año, el físico Claudio Bunster, asesor científico del entonces presidente Eduardo Frei, había organizado una charla con el bioquímico estadounidense Bruce Alberts. Y como el ex mandatario no manejaba el idioma a la perfección, recurrió a una intérprete. “Mi mamá me había escuchado cien veces hablar de Alberts. Yo tenía su libro y lo estudiaba siempre. Entonces le dije: ‘Ah no, méteme en tu cartera si es que es necesario. Voy contigo’”, relata la encargada de nuevos proyectos de la Fundación Ciencia & Vida.
Así, Carolina Torrealba, quien recién había terminado de estudiar Bachillerato en la Universidad Católica e iniciaba el primer año de Biología, logró instalarse junto a su madre en la pieza de traductores contigua a un salón de La Moneda. “Era una reunión chica, yo no entendía nada, pero me di cuenta de que ahí se hablaba de algo importante. Vi cómo científicos chilenos y extranjeros conversaban con políticos, con el presidente. Eso me marcó. Pensé: ‘Esta es la manera perfecta de hacer las cosas’”, relata esta mujer de intensos ojos celestes desde su oficina en la calle Zañartu, en Ñuñoa.
Estas últimas semanas, su agenda ha estado copada. La bióloga ha defendido con garras la creación del nuevo Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, iniciativa que tambaleó el año pasado y que en marzo fue rechazada por el Senado: el proyecto de ley pasó a comisión mixta, luego de que se objetaran indicaciones de la Cámara Baja. “No me preocupa para nada. Lo que sí me alarmaba era que la discusión estuviera enmarcada en este ambiente de cambio de gobierno, que fue malo. Ahora se va a abrir un nuevo espacio al diálogo sin la presión política como de urgencia, casi de fin de mundo. Y espero que el ambiente tanto en el Parlamento como en el Ejecutivo esté más calmo”, apunta…
“Durante los últimos ocho años he trabajado en el interfaz entre ciencia y sociedad. Y si uno está ahí, es imposible no llegar a la política. Estoy tomando ese papel. Y me interesa mucho hacerlo”.
“Estamos pensando en un Conicyt con chapita de ministerio. Espero que se logre avanzar en resolver algunos de estos puntos porque, si no, para que funcione, de ministro vamos a tener que poner a Mandraque el mago”.
“El gobierno pasado de Piñera prometió el oro y el moro. Y bueno, vino el terremoto, y el tema pasó a segundo plano. Pero tenemos esperanza. Soy súper optimista y tiendo a ver en estos cambios, oportunidades”.
“Si hay algo que me carga, es el científico cura. El que da cátedra acerca de verdades. También me preocupa cuando el discurso científico se transforma en uno más mesiánico. Cuando se dice que la ciencia va a resolver todo”.
Si eres suscriptor, continúa leyendo esta nota en el papel digital.
Si aún no lo eres, suscríbete AQUÍ.