El último toromiro de la isla fue talado en la década del 60. Hoy, los científicos intentan develar su ADN para que esta especie retorne al territorio insular.
El toromiro es uno de los árboles más emblemáticos de Rapa Nui. No solamente se trata de una especie endémica -con distribución restringida a esta región geográfica-, sino que además ha tenido una importancia crucial en la historia de la isla, ya que con su madera se solían fabricar antiguos objetos ceremoniales, como, por ejemplo, los conocidos moai kava kava.
Esta especie está extinta en estado silvestre -dentro de la isla- desde 1960, cuando el último ejemplar, ubicado en el humedal Rano Kau, fue talado. Desde entonces, una serie de proyectos han intentado reinsertar al toromiro en Rapa Nui, pero ninguno ha logrado tener éxito hasta ahora.
Una reciente colaboración entre la Conaf de Isla de Pascua y el Centro de Genómica y Bioinformática Genoma Mayor busca obtener la huella genética de algunas unidades de toromiro que se encuentran en el país, especialmente en jardines botánicos y algunas colecciones privadas. El objetivo es distinguir entre individuos híbridos y auténticos, y reintroducir estos últimos a Rapa Nui.
Según Ignacio Muñoz León, investigador de Genoma Mayor, el toromiro se extinguió en estado salvaje debido a una serie de factores. Entre ellos destaca la acción de los humanos a través de la tala, así como también la introducción de ganado en la zona. “Además, con los años, la geografía de la isla cambió, generó zonas de erosiones y los suelos cambiaron muchísimo, entonces ya no existía el hábitat que hacía que el toromiro estuviese cómodo”, agrega el científico.
El problema al que se han enfrentado los intentos por reintroducir el toromiro en Isla de Pascua radica en que las especies del género sophora -al que pertenece este arbusto- tienden a hibridarse con facilidad, motivo por el que ha sido tan compleja la tarea de determinar cuáles individuos son auténticos y cuáles no.
Otra dificultad es la pobreza genética del toromiro, como la denomina el encargado de la Unidad Técnica de Conaf en Isla de Pascua, Enrique Tucki. “Aunque existen toromiros en varias partes del mundo, al parecer todos provienen de la misma planta madre. Esto podría explicar de alguna forma por qué cuesta tanto propagarlo y volver a instalarlo dentro de la isla”, señala Tucki, aunque recalca que ello no está comprobado y que, precisamente, esa es la importancia de esta investigación, ya que ayudará a determinar los verdaderos motivos por los que ha sido complejo reinsertar el arbusto en Rapa Nui.
En diciembre pasado, el equipo investigador comenzó con la recolección de las muestras y los primeros análisis, y según comenta Muñoz León, se espera tener los primeros resultados en mayo.
Inicialmente, se trata de un proyecto piloto que analizará aproximadamente 50 individuos que se encuentran en Chile continental. Para encontrarlos, los investigadores cuentan con la ayuda del Centro de Conservación del Jardín Botánico Nacional, en Viña del Mar, que mantiene un registro de diferentes individuos de toromiro descendientes del último árbol presente en la isla.
Después, y en base a los resultados, los científicos comenzarán a analizar muestras de otras partes del mundo, además de lo que Muñoz denomina muestras etnográficas, es decir “máscaras, artefactos de hace 500 años que se sabe son de toromiro, para comprobar que las plantas de hoy en día tienen el mismo ADN que la madera proveniente de las plantas de hace 500 años”.
La importancia de esta especie emblemática de Rapa Nui es innegable, según señala Enrique Tucki, “de alguna forma representa todo lo que tiene que ver con la conservación de nuestros recursos naturales. El toromiro simboliza todo lo que la isla fue en algún minuto y que, quizás, podría volver a ser en el futuro”, finaliza.