El nulo crecimiento de los recursos destinados a investigación en Chile, hacen necesario un acuerdo nacional para elevar dicho presupuesto en miras al desarrollo del país. Esto es lo que plantea Jorge Babul, director del Programa Académico de Bachillerato y presidente del Consejo de Sociedades Científicas, tras la discusión presupuestaria para esta materia desarrollada el pasado lunes 28 de noviembre en el Congreso.
El año pasado la Cámara de Diputados rechazó el presupuesto para Conicyt con 91 votos en contra y 12 a favor, por considerarlo insuficiente, y el Senado anunció su rechazo si el Gobierno no mejoraba la oferta. Finalmente la Comisión mixta aprobó un insignificante aumento de 150 millones. Este año, la historia se repite en la Cámara Baja con una votación de 85 votos a favor y 3 en contra. Ante el posible rechazo en el Senado, algunos senadores de la Comisión Desafíos del Futuro del Senado se reunieron con los ministros de Educación y Hacienda, los que ofrecieron 2 mil 300 millones adicionales y un ministerio antes del 31 de enero de 2017.
Abiertamente el estudio “Un sueño compartido para el futuro de Chile”, de la Comisión Presidencial Ciencia para el Desarrollo de Chile, no ha sido tomado en cuenta por el Gobierno y ahora, ante la actual falta de recursos, solamente podíamos tratar de no seguir empeorando. Así, propusimos 6 mil millones adicionales para duplicar el insuficiente presupuesto para la inserción de investigadores jóvenes y una cifra similar para recuperar el número de proyectos Fondecyt Regular que se financió el 2013, montos que distan mucho de los 2 mil 300 millones ofrecidos, francamente insuficientes (0,7 por ciento del presupuesto propuesto para Conicyt).
Considerando el nulo crecimiento de la inversión en investigación en el presupuesto de la nación de los últimos años, actualmente bajo el 0,4 por ciento del PIB —el presupuesto de Conicyt está estancado en alrededor de 300 mil millones desde el año 2013— se hace necesario un acuerdo nacional para elevar el esfuerzo de inversión en ciencia y tecnología por sobre el 1 por ciento del PIB en un plazo no superior a los 10 años. Anuncios con este fin no nos han faltado: los presidentes Lagos, Bachelet y Piñera pretendieron duplicar los esfuerzos durante sus mandatos y el resultado fue nulo.
¿Qué nos falta para concretar estos objetivos? Quizás no estamos convencidos de los beneficios de la ciencia y tecnología para nuestras necesidades esenciales y, más aún, no tenemos un proyecto país que las considere un pilar fundamental para nuestro desarrollo.
Muchos plantean la creación de un ministerio en este campo para contar con los recursos que se requieren, abordar estas temáticas de una manera integral y atender las necesidades adecuadamente. Al respecto, en enero de este año la Presidenta Bachelet anunció: “Vamos a enviar a fin de este semestre un Proyecto de Ley que crea un Ministerio de Ciencia y Tecnología” (MinCyT). Posteriormente, en abril, el presidente de Conicyt y además asesor de la presidencia y coordinador del comité para la creación del MinCyT indicó que en julio se presentaría el anteproyecto y en la primera quincena de agosto el proyecto de ley. Finalmente, en el Mensaje Presidencial de mayo se anunció que el proyecto será enviado el segundo semestre de este año y ahora, según el ofrecimiento de los ministros indicado anteriormente, quedamos para enero del 2017.
¿Cuándo se logrará el proyecto respectivo y el funcionamiento efectivo del ministerio? El ministerio tomará mucho tiempo en ser realidad, como ha sucedido con la institucionalidad en otras áreas. Además, un ministerio no se trata de una fórmula mágica que resolverá los problemas que tenemos. Necesitamos políticas de largo plazo en conjunto con medidas urgentes para financiar la alicaída investigación científica y la inserción de nuestros científicos jóvenes en la academia y en las empresas. Con o sin ministerio Chile debe darle a la Ciencia y Tecnología la importancia que merecen.
Así, para nuestra comunidad científica las próximas elecciones presidenciales constituyen una oportunidad especial. Por casi medio siglo hemos tratado de poner a la ciencia en el lugar que le corresponde y tener una institucionalidad apropiada para fomentarla y para impulsar nuestro desarrollo. En las elecciones presidenciales últimas la ciencia estuvo ausente en los debates; sin embargo, ahora estamos ante un punto de inflexión favorable. Aquellos que pretenden hacerse cargo del próximo gobierno, deberán tener presente que es necesario trabajar no sólo con los científicos sino que con todos los actores de nuestro desarrollo cultural, para avanzar así en la solución de los problemas que aquejan a la sociedad chilena. Definitivamente la ciencia debe estar en la campaña electoral.