“Sólo el tiempo dirá quién tiene la razón”. Así se defendió este martes el senador y candidato presidencial Alejandro Navarro respecto de la polémica que volvió a instalarse tras su apoyo cerrado a los grupos antivacunas, que aseguran que éstas contienen mercurio y que es nocivo para la salud.
Pero ayer, en el programa Un País Generoso de Radio Zero, el abanderado recibió un duro golpe de parte del científico y director del Centro para la Comunicación de la Ciencia de la Universidad Andrés Bello, Gabriel León, quien le explicó en detalle a los panelistas del espacio por qué “es ridículo decir que las vacunas tienen mercurio”.
“Absolutamente descartado”, comenzó diciendo León respecto de que las vacunas puedan producir autismo, como asegura Navarro, o problemas a la salud. “Hablar de mercurio en las vacunas no tiene ningún sentido, las vacunas no tienen mercurio. Tienen un preservante que se llama timerosal y que en su estructura contiene un átomo de mercurio, pero no es mercurio. Es como decir que como el agua tiene oxígeno y yo puedo respirar agua, porque tiene oxígeno. No, químicamente hablando son distintos”, explicó.
“La polémica de este asunto comenzó en Estados Unidos a finales de los ’90 cuando se comenzó a hacer una revisión de todos los productos que estaban en los laboratorios norteamericanos y que contenían mercurio. Entre esos apareció el timerosal. En ese momento se desconocía cuál era la dosis máxima segura y, por lo tanto, se usó como estándar una molécula que es diferente, y en uno de cuatro estándares se sobrepasó ese límite. A falta de evidencia sólida, algunos estados decidieron eliminar el timerosal de algunas vacunas”, dice el experto.
León explica que “el timerosal se usa solo en vacunas que son multidosis, un frasco que se pincha varias veces para pinchar a varias personas. Y se comenzó a usar porque en la década de los ’20 en Australia 14 niños murieron cuando una vacuna se contaminó al pinchar varias veces un frasco. Ahí se empezó a usar preservante, que es una molécula que impide el desarrollo de bacterias en las vacunas. Entonces, no todas las vacunas llevan timerosal, solo en aquellas que son multidosis“.
“En Estados Unidos en ese momento como no se sabía bien cuál era el límite, se decidió hacer otra molécula que tiene una estructura relativamente similar pero una toxicidad diferente. En California, por ejemplo, se eliminó completamente el timerosal. Y en ese contexto, un grupo de padres de niños con autismo levanta la hipótesis de que el autismo sería una nueva forma de intoxicación con mercurio“, relata el científico.
¿Basados en qué? “En absolutamente nada”, explica Gabriel León. “Un estudio publicado en una revista que se llama Hipótesis Médica, que en ese momento cuando se hizo esta publicación en 1998 no tenía comité editorial ni revisión por pares (científicos), sino que simplemente porque se les ocurrió”, agrega.
“Si uno mira los síntomas de la intoxicación por mercurio y los compara por el autismo no se parecen absolutamente en nada. Sin embargo, ellos trataron de juntar dos hechos: el que hubiera timerosal en algunas vacunas más lo que ellos llamaron una epidemia de autismo en Estados Unidos, que básicamente se dio porque cambiaron las pautas de diagnóstico y el autismo fue incluido recién en año 94′ y por lo tanto se comenzó a diagnosticar con una mayor frecuencia”, explica.
De acuerdo a León, en ese momento se crearon agrupaciones de padres y de una de ellas se levanta esta historia. “Si esa hipótesis fuera verdad, debería ocurrir que si tú eliminas el timerosal de las vacunas, entonces la tasa de autismo debería empezar a bajar. Y eso se ha hecho. Hay un montón de estudios, al menos siete muy grandes, en Dinamarca, en Finlandia, en Estados Unidos, en Japón, donde a fines de los ’90 se eliminó el timerosal y la tasa de autismo no bajó, por lo tanto, la hipótesis no se sostiene“, concluye.
León explicó que el mercurio puede presentarse en varias formas: el mercurio metálico -que está en el termómetro, por ejemplo-, como sales de mercurio inorgánicas y como sales de mercurio orgánicas. “En distintas presentaciones tiene distintas toxicidades y eso se puede estudiar sin ningún problema. De hecho, ha una molécula que tiene mercurio, que se llama metilmercurio y esa molécula se desarrolla en ambientes donde hay bacterias que procesan el metilmercurio, y ésa es súper tóxica”, dice y agrega que todo esto está regulado.
“En el caso del etilmercurio, que es el que llevan las vacunas, la cantidad que lleva en las vacunas es segura (…) y por otro lado, el autismo se presenta como un espectro de desórdenes de distinta magnitud: hay niños que casi no tienen sintomatología y otros mucho más fuerte. Los últimos estudios que se han hecho revelan que los desórdenes estructurales en el cerebro aparecen tan temprano como en el desarrollo embrionario, es decir, el feto dentro del útero de la madre ya presenta un patrón diferente de niños que sí desarrollan autismo, mucho antes de recibir cualquier vacuna“, explica.
Y agrega: “Por cierto, el autismo fue descrito mucho antes de que hubieran vacunas. Entonces, tratar de vincular el autismo con vacunas sencillamente no tiene ningún sentido”. León también se refirió a los “expertos” que mencionó el senador Navarro en su intervención, respecto de un encuentro que hicieron con “Bioautismo”.
“Ese famoso experto que ellos trajeron se le ha removido su licencia de médico en todos los estados de Estados Unidos por mala práctica; él tiene un laboratorio en el sótano de su casa, con equipos desenchufados. El New York Times le hizo un reportaje varios años atrás. El tipo es un estafador profesional. Él empezó a vender una terapia para el autismo, una cosa que es degenerada porque engaña a padres súper vulnerables y les vende una terapia con hormonas que castra químicamente a los niños autistas. Ese tipo es una bestia y ese fue el experto que trajo Bioautismo a Chile en una irresponsabilidad que no tiene nombre. Lo pasearon por el Congreso y lo llevaron como asesor“, explica León.
¿El autismo no tiene tratamiento, entonces? “El autismo hoy en día es una condición genética que tiene una de las mayores tasas de heredabilidad, por lo que hay un componente genético que es muy fuerte. La probabilidad de tener un segundo hijo con autismo después de haber tenido uno es altísima. Evidentemente, no somos solo genomas y puede haber factores ambientales que van de la mano de los genéticos”, explica.
“Por ejemplo, se había descubierto que las niñas que tienen abuelas que habían fumado durante el embarazo tenían más probabilidades de desarrollar autismo. Ese es un factor ambiental que probablemente va de la mano con un factor genético. La presentación del autismo es muy amplia, por eso se habla de trastorno del espectro autista. Puedes tener niños que son muy independientes que tienen pocos problemas detectables durante su desarrollo y puedes tener niños que son totalmente dependientes de sus padres, que dejan de hablar y pierden el control de esfínter. Lo que se cree hoy es que depende del pool de genes que esté afectado para el grado en que se va a manifestar esta condición”, explica el científico.
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