Durante una calurosa tarde de febrero, me reuní con el Dr. Jorge Allende en las terrazas del club de campo Príncipe de Gales, recinto del cual es socio vitalicio, y en sus propias palabras: “mi lugar de distracción favorito en Santiago”. Allí conversamos largamente sobre sus anécdotas –entre las cuales están las fiestas con James D. Watson y las historias de su estadía de doctorado en Yale–, su legado y el trabajo de divulgar el conocimiento científico hacia los alumnos de educación media en Chile.
Al escuchar su relato, me percaté de su entusiasmo en el tema y el férreo compromiso ético con aquellos que están ad portas de entrar a la universidad. Y es que el Dr. Allende está constantemente preocupado de que esos estudiantes reciban una educación de calidad y se nutran de quienes – hoy en día – realizan sus postgrados en las mejores universidades del país.
En ese sentido, el estrechar esa brecha social parece ser su principal combustible, el mismo que – al día de hoy – lo mantiene más activo que nunca, planificando este año con su reconocido programa de Laboratorios Portátiles, el cual recorre colegios municipales del país entregando cursos enfocados a las ciencias de la vida, enseñando en base a la experimentación. Es decir, llevando los libros de biología a la realidad, y estimulando en los jóvenes el desarrollo del análisis crítico y asociativo.
Si bien el Dr. Jorge Allende es uno de los grandes científicos en la historia de nuestro país y Latinoamérica, la conversación en ningún momento se dirigió a destacar sus premios, logros, o cantidad de publicaciones, sino muy por el contrario, cada vez que yo intentaba recordarle sus méritos, el Doctor enfocaba la conversación en los desafíos del hoy, y el trabajo de un colectivo. Reafirmando que los grandes pensadores viven en la humildad de su discurso.
Una mente inquieta y sencilla que ha dedicado su vida a la biología molecular, y que vivió en carne propia la era de oro de esta área de las ciencias. En esta entrevista nos cuenta sobre los desafíos y el origen de uno de sus más grandes proyectos, el cual está dirigido en mejorar la calidad de la educación en Chile.
A continuación la entrevista que la Sociedad de Biología de Chile realizó al Dr. Jorge Allende:
¿Cómo nace su inquietud en divulgar la ciencia en nuestro país?
Cuando regresé a Chile desde Estados Unidos, en el año 1962, estaba recién partiendo la revolución de la biología molecular y comencé a organizar cursos para estudiantes de postgrado. En esa época, Chile era muy carente en Doctorados y políticas públicas como becas o financiamiento para investigación, contrario al caso de Argentina cuyo primer doctorado nace en 1898. Bajo ese escenario, el entonces Rector de la Universidad de Chile, Profesor Juan Gómez Millas, nos contrató a mí y a mi esposa – de la cual fui compañero de doctorado en Yale University – junto a un grupo de, más o menos, otros doce doctores. Fue entonces que iniciamos nuestro proyecto de investigación y yo impartí mi primer curso en el año 1968, en plena revolución universitaria.
Con el apoyo de la UNESCO logramos iniciar este curso para alumnos de doctorado y aprovechamos el momento de revolución científica de la época, para incentivar que más estudiantes se dedicaran a la ciencia – ahora que ya comenzaba a existir una cierta institucionalidad –.
Tanta fue la evolución del área, que años después de la biología molecular, surgieron la ingeniería genética y la biotecnología.
¿En qué época comienza a tener interacción con profesores de educación media?
A fines del siglo XX comenzamos a realizar cursos para profesores de biología en educación media. En el año 1998 dimos origen a estas actividades que, por cierto, dejaron muy contentos a diversos profesionales de la educación, con cursos de carácter teórico-práctico. Los profesores aprendían mucho, sin embargo, mostraban frustración al no poder compartir estos experimentos con sus alumnos, ya que los recursos no lo facilitaban – justo los experimentos, que son la parte más entretenida y didáctica de todo conocimiento científico –.
¿Cómo nace la iniciativa de los laboratorios portátiles?
En el año 2001 fui invitado a la Academia de Ciencias del Vaticano a hablar sobre educación en América latina, allí planteé las necesidades de nuestra región y – específicamente – manifesté las carencias que tenían los escolares en su plan de estudio en materias de ciencia. En la ocasión conversé la idea de llevar los experimentos hacia los colegios.
Una década después, y después de pulir el proyecto de laboratorios portátiles, enviamos nuestra idea a Wellcome Trust, para obtener algún tipo de financiamiento. Nos encontramos con que ellos tenían un proyecto para difundir las ciencias de la vida a la sociedad pero enfocados a Inglaterra, sin embargo, querían incorporar a Latinoamérica por medio de la Red Latinoamericana de Ciencias Biológicas, la cual está dedicada a crear y fortalecer los programas de postgrados.
Tomando esa necesidad, nos dedicamos a fortalecer nuestro proyecto y lo presentamos en conjunto con México y Costa Rica, a través de la Universidad Nacional Autónoma de México, Universidad de Costa Rica, y por parte de Chile, la Universidad de Chile.
¿Qué proponía ese proyecto?
En el proyecto proponíamos organizar cursos en los tres países, diseñados conjuntamente, pero con la diferencia de que comprábamos un laboratorio portátil para cada una de las universidades. Entonces los profesores que aprobaban el curso, se encargaban de seguir la enseñanza a sus alumnos con la parte teórica y solicitaban el laboratorio portátil para que visitara su curso en el colegio.
En 2011 presentamos el proyecto, y en 2012 nos lo aprobaron. Posteriormente, y como expositor en Vancouver, en una reunión de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, les comenté la idea que teníamos y que íbamos – por cierto – a comenzar. Les pareció muy interesante a todos los asistentes, y al final del evento, se acercó a mí un matrimonio de científicos que se dedicaban a hacer lo mismo pero en el estado de Pensilvania (USA). Ellos tenían un programa que se llama “Ciencia en Movimiento”, el cual consta que el Estado les proporciona el equipamiento científico a una red de universidades para los colegios. Las universidades contratan a profesores de biología de educación media para que acompañen a guiar estas demostraciones. Fue en esa ocasión que comprendí que esto tenía un carácter global. De hecho, la National Science Foundation (NSF) ofrece becas a estudiantes de ciencias de universidades que se dediquen a enseñar ciencia en los colegios, y se demostró, que los estudiantes no demoraban más en finalizar sus estudios si se dedicaban a esto, sino muy por el contrario, tenían una ventaja en encontrar trabajo al momento de salir, ya que eran poseedores de una experiencia docente previa.
En 2012, y con apoyo de la Embajada de Estados Unidos, el Dr. Jorge Allende consigue traer a esa pareja de científicos norteamericanos que generaron esta iniciativa de educación en el estado de Pensilvania. Ellos conversaron con autoridades de nuestro país y plantearon la necesidad de que en Chile hubiese algo parecido. A partir de ese hito fue que los becarios de Conicyt de doctorado, tendrían la exigencia de 100 horas dedicadas a la docencia pre-universitaria (2013).
¿Cómo ha sido el panorama desde entonces?
En 2012 teníamos el proyecto y comenzamos con el desarrollo de los cursos de capacitación a los profesores. Ya para 2013, iniciamos las visitas a los colegios, alcanzando durante los tres años sucesivos, 27 liceos visitados en Chile con más de 800 alumnos participantes.
¿Qué tipo de experimentos realizan los estudiantes?
Los niños hacen experimentos que van a la vanguardia del siglo XXI.
Primero les damos un papelito que está impregnado de PTC (Feniltiocarbamida) y entonces tocan el papel con la lengua. Posteriormente, les preguntamos qué sabor tiene; el 75% dice que lo encuentran muy amargo, y el otro 25% no le encuentra sabor. Derivado de ello, les explicamos que todos percibimos diferentes sabores debido a que somos distintos genéticamente.
Después de esa primera etapa, les pedimos que se enjuaguen la boca y con lo que botan, preparan su DNA. Sucesivamente, los estudiantes amplifican el gen del receptor de este compuesto, el cual codifica para una proteína que se une y reconoce la estructura química del PTC.
Finalmente las células nerviosas generan el mensaje que reconoce el sabor.
Los alumnos toman su DNA completo, con más de 3.000.000.000 de letras (A,T,C,G) que construyen la información genética. Dentro de ellas hay 1 gen que codifica para este receptor, por lo que sería muy difícil hallarlo, sin embargo y gracias a la técnica de PCR (Reacción en Cadena de la Polimerasa), se logra amplificar ese gen.
Les enseñamos que si repiten esa acción, secuencialmente, lo único que se amplifica y se vuelve a sintetizar, es ese gen específico por millones de veces.
Esta metódica o experimento, se conoce como PCR y ganó el Premio Nobel de Química en el año 1993. Hoy está presente en los colegios y eso es algo fantástico.
Otro experimento, es tomar una bacteria llamada Escherichia coli que está en el intestino, y le introducimos un círculo de DNA que tiene varios genes, uno de ellos, es un gen de medusa de mar que codifica para una proteína fluorescente verde. Ese gen está allí, sin embargo permanece regulado, es decir, tienen un switch que lo tiene apagado. Si la bacteria incorpora el gen, no produce la fluorescencia porque está apagado, ahora bien, si incorporamos el monosacárido arabinosa, logramos que inactiven las proteínas que están apagando el switch de la fluorescencia y la bacteria comienza a emanar luz.
Este experimento lo realizamos para que los estudiantes se den cuenta de que en sus células están todos sus genes, pero que sin embargo, las diferentes células no expresan lo mismo. Cada una de ellas cumple un rol específico, a través de un proceso de autorregulación con el medio ambiente.
Los estudiantes se dan cuenta que el idioma de los seres vivos es igual, ya que la bacteria siendo totalmente diferente a la medusa de mar, leyó correctamente el mensaje e hizo una proteína fluorescente igual. Este experimento ganó el Premio Nobel de Química en el año 2008. Otro experimento de carácter mundial llevado a las aulas.
Si bien los primeros 3 años correspondieron a una etapa piloto del proyecto, en junio del 2016 el Ministerio de Educación se convenció de que esta iniciativa era una buena herramienta para mejorar la calidad de la educación y apoyó al Dr. Allende con fondos para escalar la iniciativa. Por otro lado, la fundación Allende-Connelly, perteneciente a la familia del Dr. Allende, también colaboró en la concreción del proyecto.
Nuestra familia tiene una pequeña fundación llamada Allende-Connelly, que empezó el año 2009. Esta fundación se originó gracias a un fondo que me gané cuando la Academia de Ciencias de Francia me otorgó el premio por educación en ciencias. Con ese capital creamos esta institución, y posteriormente, la fundación contribuyó a comprar los equipos más robustos del proyecto de laboratorios portátiles. También recibimos ayuda de las universidades, quienes nos apoyaron con equipos nuevos y antiguos.
Actualmente hay 9 universidades en 7 regiones del país, que realizan los cursos. En el futuro pretendemos escalar e incluir nuevos módulos, entre ellos: proteínas y enzimas, desarrollo de embriones animales, microbiología y nutrición.
Orgullosamente el Dr. Allende me relata algunos testimonios de alumnos que han participado de la iniciativa:
A los alumnos, al final de la experiencia, les planteamos la siguiente problemática: ¿Cómo harías tú para resolver un problema social a través de los experimentos que desarrollaste?
Alumno: “Utilizaría este conocimiento para crear un dispositivo que fuese capaz de generar muchas de las proteínas receptoras que tenemos, y otras en la nariz para que pudiésemos detectar diversos tipos de moléculas, ocupando mecanismos de orientación como otras especies, como lo usan los perros para detectar un olor a distancia”.
¿La utilidad? (Le pregunta el Dr. Allende al alumno).
Alumno: “De esa forma se facilitaría la búsqueda de personas extraviadas en lugares peligrosos o detectar sustancias peligrosas en el aire.
Finalmente el alumno señala: “Espero que este proyecto siga para que más jóvenes podamos inspirarnos para poder aprender y usar la ciencia para nuestro bien y el de nuestro planeta”.
Luego de revisar estos informes, me doy cuenta que hay mucho interés en este proyecto, y que además ayuda a que los jóvenes se hagan planteamientos muy distintos a los que comúnmente realizan después de dar una prueba escrita extraída de un texto escolar ¿Cuál es su opinión al respecto?
Creo lo mismo, ya que la experimentación es -sin duda- una de las mejores formas de ampliar el conocimiento y el espíritu crítico. De esta manera -siento- contribuimos a mejorar la calidad de la educación de tantos jóvenes que desean incursionar en diversas áreas de las ciencias. Potenciando la formación de futuros bioquímicos, biólogos, médicos, etc.
En Enero del 2017, el Dr. Allende organizó una conversación en la que participaron profesores de biología de secundaria, académicos, estudiantes de postgrado universitarios, autoridades de la Academia Chilena de Ciencias y de la Sociedad de Biología de Chile. También participó la Diputada Cristina Girardi, miembro de la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados.
La pregunta que se analizó en esa conversación fue ¿Cómo mejorar la calidad de la enseñanza de la Biología a nivel pre-universitario? La respuesta unánime, fue que es necesario juntar a los profesores de Biología de educación básica y media junto con los Universitarios y miembros de las Sociedades Científicas que cultivan las ciencias de la vida, para hacerlos trabajar juntos.
En otras palabras, hacer una Asociación Nacional para la Educación en las Ciencias de la Vida que sacará adelante las ideas de los 2 grupos.
El Dr. Allende nos dijo que esa Asociación sería, de ahora en adelante, su próxima meta.
Para conocer más acerca de la labor del Dr. Jorge Allende y su proyecto de Laboratorios Portátiles, visite el siguiente sitio web: www.laboratoriosportatiles.cl
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Periodista: Patricio Grunert Alarcón. ®
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