En la naturaleza, las bacterias usan CRISPR como un sistema inmune adaptativo para protegerse contra los virus. Durante la última década, los científicos han podido construir con éxito ese fenómeno natural con el descubrimiento de las proteínas CRISPR que se encuentran en las bacterias, la más utilizada es la enzima Cas9. En combinación con un ARN guía, Cas9 es capaz de apuntar, cortar y degradar secuencias de ADN específicas.