La docente y autora catalana defiende la importancia de la fantasía como arma para superar el miedo a la mecánica cuántica
A Sonia Fernández-Vidal (Barcelona, 1978) le cuesta encontrar una definición unívoca de sí misma. Formada profesionalmente como científica con un doctorado en Física, esta encantadora catalana llegó a trabajar en algunos de los laboratorios más prestigiosos del mundo, como el CERN de Ginebra y Los Álamos en Estados Unidos. En 2011 descubrió también la divulgación. Su primer libro, La puerta de los tres cerrojos, una novela que desvela a niños y adultos el misterioso mundo de la física cuántica, fue todo un éxito de público y crítica. La incursión en el campo de la literatura no fue un hecho puntual. A la primera novela siguieron otras cuatro publicaciones: La senda de las cuatro fuerzas, continuación de su obra primera; Quantic Love; Desayuno con partículas y El universo en tus manos.
Ahora Fernández-Vidal pasa sus jornadas entre la docencia en la Universidad Autónoma de Barcelona y la gestión de la consultora tecnológica Gauss & Neumann, fundada hace diez años con su marido. La revista Forbes la ha incluido en el listado de 2017 de las 100 personas más creativas del mundo. Ya tiene planeado para el año que viene el tercer capítulo de la saga de La puerta de los tres cerrojos. Mientras tanto, ha dado a la luz a su primer hijo, que a sus tan solo cinco meses de edad, a ratos escucha la entrevista de su madre con EL PAÍS y a ratos se deja acunar por su padre en la cafetería del hotel donde se alojan como invitados de la Feria del Libro de Madrid.