El astrónomo completó una apretada agenda en el Bío Bío, que culminó con una multitudinaria charla en el Anfiteatro de San Pedro de la Paz.
Un récord personal rompió el viernes en San Pedro de la Paz el astrónomo y Premio Nacional de Ciencias Exactas 1999, José Maza.
En el marco de la celebración de la Semana de la Astronomía, su charla “Somos polvo de estrellas” reunió a 5 mil personas en el Anfiteatro de la comuna.
“He dado más de 500 conferencias en mi vida. Si en esta llegamos a las 2 mil, habremos batido la marca”, reconocía con moderación Maza en la antesala. Su objetivo, dice, es llevar la ciencia a estos espacios populares, “no predicar siempre entre conversos”.
– Tuvo la oportunidad de animar debates en torno a la ciencia e interpelar directamente a candidatos presidenciales. ¿Qué tal la experiencia?
– Fue una experiencia muy enriquecedora. De los ocho candidatos, ninguno de ellos moría por la ciencia. A algunos la ciencia les importaba poquísimo. A otros, lo suficiente para hablar bien del asunto, pero tampoco para decir “yo voy a poner dinero en caso de ser Presidente”. Pude hacer preguntas, decirles “cómo cree usted que invirtiendo 10 veces menos del porcentaje del PIB vamos a ser un país desarrollado, si los otros gastan un 4 y nosotros un 0,4”. “Hay otras necesidades”, me decían. Bueno, sí, hay otras necesidades, qué duda cabe, pero si no hacemos una inversión real, nunca vamos a ser un país desarrollado. No podemos decir que vamos a esperar que se desarrolle el país por gracia de la Virgen del Carmen y ahí vamos a empezar a invertir.
– ¿Los países deciden que la ciencia es una necesidad?
– Israel, que yo sepa, no es un país que se encuentre en un estado de paz idílica. Sin embargo, es un país que invierte el 4,5% de su PIB en investigación y desarrollo. Finlandia, con el que Chile se compara, invierte el 4%. Y nosotros con un 0,38, ¿vamos a llegar a las grandes ligas? ¿Vamos a alcanzarlos? ¿Somos 10 veces más inteligentes que ellos? Creo que no. Por otro lado, y lo he dicho majaderamente, la gente tiene la utopía de que con tener plata vamos a tener desarrollo. Podemos tener bienes materiales, pero lo que importa al final del día es lo que uno tiene en la cabeza. Chile nunca va a ser un país desarrollado si no desarrolla la inteligencia, el cerebro, de sus 17 millones 500 mil habitantes. La viga maestra para el desarrollo no es cobre, no fue el salitre ni lo será el litio. Es la inteligencia de los 17 millones y medio de chilenos.
– ¿Cómo se logra, además de invirtiendo?
– Uno lo ve, hay mucha gente que ha vivido toda su vida y no ha aprendido a pensar. Cuando alguien no aprende a pensar cuando niño… esto es como la flexibilidad corporal. Si tú quieres ser bailarín del Bolshoi, si no estás trabajando desde los 4 años, a los 25 no te admitirán en el Bolshoi. Ya no puedes ser un bailarín de fuste. Lo mismo pasa con la cabeza. La ignorancia te transforma en creyente, no es un sentido religioso, sino en que después solo dices “creo que esto es así”, pero el pensamiento riguroso te tiene que llevar a decir “esto lo sé y es así” o “esto no lo sé, lo voy a estudiar”. Distinguir desde siempre lo que se sabe y lo que no.
– Ese es el rol de la educación.
– Hay una expresión, dicen que es un dicho árabe… “Los ojos no sirven de nada a un cerebro ciego”. Yo creo que la educación es eso, abrirles el cerebro a los niños para que puedan ver lo que los ojos les entregan, para que puedan entender lo que los ojos les indican. Porque uno puede mirar y no entender nada. Cuando tienes a 40 niños, el profesor lo primero que quiere es que estén callados. Que no pregunten nada. ¡No! Debemos mostrarles cosas, sacarlos.
– ¿La buena educación contrarresta los afanes materiales?
– Absolutamente. Si a un niño lo dejas sentado y nunca se mueve, no va a ser Tomás González. Si lo dejas sentado de la cabeza, nunca va a poder hacer un razonamiento complejo. Y esto sigue. Estamos llegando a tener profesionales universitarios que el día de mañana van a ser realmente analfabetos.
– ¿Cómo se detiene el círculo vicioso?
– Chile fue un país analfabeto en el siglo XIX porque a nadie le importó que la inmensa mayoría fuera analfabeta. A principios del siglo XX se avanzó, pero parcializadamente. Ahora pareciera que hay una ciudadanía y una opinión pública, pero los medios dominan todo. Los poderes fácticos no quieren que sepamos pensar. Es mucho más fácil controlar un grupo que no sabe pensar.
– ¿Hay una actualización del Chile del siglo XIX y XX?
– Claro. En el siglo XIX fuimos analfabetos. En el siglo XX tuvieron que soltar un poco. En el siglo XXI, lo que hago yo por lo menos, es cacarear para que la gente no solo sepa leer y escribir, sino para que entienda lo que lee.
– Fue particularmente duro con Piñera cuando era candidato. ¿Piensa lo mismo de él?
– Tuve un pequeño desencuentro con el actual Presidente, porque ocupé una palabra inapropiada. Además hubo un poco de malicia en sacar del tema esa expresión. Pero el candidato, ahora Presidente, dijo que iba aumentar la inversión en ciencia. No es una apuesta muy potente, pero reconozco que a fin de cuentas es una apuesta.