Esmerada en descubrir los secretos de las plantas antárticas y en encontrar medidas para enfrentar al cambio climático, la doctora en bioquímica Marely Cuba fue la investigadora más productiva del 2017, según el Instituto Antártico Chileno (INACH).
Nacida en Cuba, desde pequeña sentía una gran fascinación por la flora y fauna. Su madre la recuerda recolectando insectos, hojitas y queriendo a los animales. No es sorpresa, por lo tanto, que entrando a la escuela técnica superior, Marely Cuba (48) haya decidido estudiar sanidad vegetal.
En esos años de estudio, la cubana obtuvo el mejor promedio y ganó el “título de oro”. Al ser esta la máxima distinción, accedió a estudiar biología en la Universidad de La Habana sin necesidad de un examen de admisión.
Ya con un magíster en la misma universidad y dedicándose a la investigación, viajó a Chile por un proyecto al que fue invitada. Aunque el trabajo finalmente no recibió la aprobación, tomó la decisión de permanecer en el país y postular al programa de doctorado en bioquímica de la Universidad de Chile.
Justo cuando la bióloga estaba por comenzar la tesis de su doctorado, abrieron las postulaciones al Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (Fondecyt) para financiamiento de tesis doctoral. A fines del 2001 ganó el concurso y empezó a investigar con plantas antárticas. Así conoció a una doctora que trabajaba esos temas, y a la que ayudó a postular un proyecto en INACH.
Luego de tener su primer hijo y de algunos cambios temporales, el 2007 comenzó a dar clases en la Universidad de Concepción, en el campus Los Ángeles. Desde entonces, ha estado “postulando a varios proyectos, y avanzando en la investigación antártica”, afirma.
La importancia de las plantas antárticas
La investigadora ha visitado tres veces la Antártica y participa en proyectos financiados por la Universidad de Concepción, el INACH, o el Fondecyt. De sus visitas, ha recogido diversas muestras, de las que comenta: “Tengo una pequeña colección de poblaciones de plantas antárticas, lo que me ha permitido investigar en el laboratorio, sin ir a terreno”.
Trabaja principalmente con las dos únicas plantas vasculares que han logrado vivir en la Antártica: el clavelito antártico y el pasto antártico.
La doctora explica que: “con el cambio climático, las condiciones abióticas se están haciendo cada vez más intensas y masivas, en diferentes áreas del planeta. Por lo tanto es muy importante conocer cuáles son los mecanismos que les permiten a las plantas antárticas sobrevivir, adaptarse y tolerar las condiciones extremas de su hábitat”.
Los fenómenos anormales que ha conllevado el cambio climático, han repercutido en los cultivos que consumimos a diario. Los productores temen por sus tierras y especies, que “enfrentan condiciones de salinidad, deshidratación, con veranos muy calurosos e inviernos con fuertes heladas”, señala la bióloga.
Al aprender cuáles son los mecanismos que el clavel y el pasto antártico desarrollan, y cómo potenciarlos ella sostiene que: “Vamos a avanzar más en el conocimiento y en el desarrollo tecnológico para poder aplicarlo a la agricultura”.
Además, afirma que se han desarrollado diversas técnicas de ingeniería genética para lograr el mejoramiento de los mecanismos deseados. Así, existen alternativas a la transgenia que, cabe destacar, no deja de ser “una opción bastante rápida y muy segura”.
El continente para estudiar el cambio climático
Pero hay mucha más investigación en el continente helado, en diversas áreas científicas y más allá de las plantas. Marely Cuba asegura que “hoy día, la Antártica se ha convertido en una suerte de laboratorio para evaluar el cambio climático que está ocurriendo y lo que puede ocurrir en el tiempo”.
Se estudian, por ejemplo, las variaciones ecológicas, los cambios en los ciclos biológicos, el deshielo y la presencia de microorganismos que por miles de años estuvieron congelados. “Estamos alimentando el conocimiento de lo que podríamos hacer para poder soportar mejor todos estos cambios que se vienen inevitablemente”, indica.
Es por ello que las investigaciones en la Antártica han aumentado. En las cuentas públicas del INACH, por ejemplo, queda constancia del aumento de las postulaciones y profesionales que viajan al territorio. La doctora señala que además, los tratados internacionales han permitido que este sea “un lugar en donde la vinculación y la colaboración internacional se dan muy estrechamente”.
Investigadoras en la Antártica
Por otro lado, el INACH destacó en su última cuenta pública que el 43% de los proyectos científicos antárticos fueron liderados por mujeres. “He coincidido en la Antártica con bastantes colegas que trabajan en diferentes áreas y líneas de investigación. Muchas de ellas son bastante pioneras en sus áreas”, explica Marely Cuba, la investigadora más productiva del año 2017, según la institución.
Ella cree que no es poco común que una mujer estudie biología. Sin embargo, “en el marco más estrecho, cuando una mujer bióloga se dedica a la investigación, ahí es donde empiezan a presentarse un poco de dificultades”.
En su experiencia, nunca ha sentido estrictamente un trato distinto por su género, pero cree que sí existe preferencia por los hombres “cuando uno va a entrevistas para postular algún trabajo”, porque no tienen hijos o porque son más resistentes a las salidas a terreno. “Yo creo que incluso los currículum deberían ser sin género”,afirma.
La científica está en contra de la tradición de asignar un género a una carrera en específico: “Ojalá que con todos estos cambios que están ocurriendo se pueda modificar este pensamiento”.
Desde su mirada, la postulación de un proyecto debe ir más allá de que si éste está liderado por un hombre o una mujer. Lo que se debe evaluar es si “el proyecto y la idea son buenos, y si los resultados de la investigación van a aumentar el conocimiento”.
Actualmente, la doctora está postulando al concurso regular del INACH. De quedar entre los proyectos financiados, estaría visitando la Antártica el próximo 2020.
Respecto a sus próximas investigaciones, no tiene planeado dejar de estudiar las plantas antárticas. “Soy una eterna enamorada de mi clavelito antártico, cuanto más sé, más me enamoro de ella. Siempre encontramos cosas nuevas e interesantes en esta planta”, concluye.