“Estaba en mi primer año de universidad, a los 18 años, y pertenecía a la Acción Católica y tuve un conflicto grande: un sacerdote, que era mi guía espiritual, me dijo que tenía que escoger entre ser madre y formar una familia o ser científica, que las dos cosas no eran posibles. Tuvimos una tremenda pelea y, finalmente, me retiré de la agrupación. Más tarde abandoné la religión católica.
En los años 60 se esperaba de nosotras que nos casáramos, tuviéramos hijos, que nos quedáramos en casa y los cuidásemos.
Sin embargo, hace unos 10 años, tuve una de las experiencias más machistas que he vivido. Estaba en la Comisión de Evaluación y con una colega evaluábamos a académicos de la facultad de Medicina. Evaluamos a alguien que tenía una carrera más o menos, y ella dijo: ‘Claro, si se llenó de niños’. Y le dije: ‘No estoy de acuerdo con ese criterio, yo tengo cuatro niños y he hecho una carrera razonable’. Y ella me respondió: ‘Ay, pobrecitos esos niños, quizás cómo están’. Fue una agresión brutal, machista, y vino de una mujer.
Muchos hombres me han dicho en el ámbito laboral: ‘Te tengo miedo, eres una mujer muy inteligente’. No creo que a un hombre le digan tú me das miedo porque eres muy inteligente.
Estuve 10 años estudiando en Estados Unidos con tres niños chicos. Recuerdo que un profesor japonés del posdoctorado me dijo que pese a que yo llegaba corriendo a las 10 y me iba a las 5, porque tenía que ir a buscar a los niños al afterschool, era mucho más productiva que los otros que vivían en el laboratorio y se iban tardísimo.
En la Universidad de Chile impulsé un estudio sobre las diferencias de salarios entre hombres y mujeres. Encontramos una diferencia de 20% en las académicas y de 15% entre personal administrativo. Eso fue en 2014 y todavía no se resuelve; la universidad tiene que ser sancionada por esto. Si nos quedamos tranquilas y no lo levantamos como un problema serio, podemos pasar 100 años más igual. Pero si seguimos diciendo que esto es inaceptable, es posible que consigamos que en 10 años se resuelva. Es una lucha que debemos dar nosotras”.
Pablo Sanhueza