María José Gallardo Nelson, bioquímica y doctora en Ciencias mención Microbiología de la Universidad de Chile. Investigadora del Centro de Óptica y Fotónica (CEFOP) de la Universidad de Concepción y miembro del Movimiento Más Ciencia para Chile.
Cuando pienso en qué momento decidí ser científica, la verdad es que no lo recuerdo. Desde que tengo recuerdos me vi estudiando ciencias y trabajando en un laboratorio. Si bien, no detecto un instante, si logró identificar a las personas que marcaron esta decisión. Mi abuelo, quien era un ingeniero muy culto, procuró siempre hablarme de historia, naturaleza y ciencias, ayudándome a cuestionar lo que veía. Otro fue mi profesor de biología, Eduardo Ravanal, quien me ayudó a orientar este cuestionamiento a las ciencias, las que no sólo eran contenidos estructurados, sino una manera de entender la complejidad de la naturaleza, lo que a la gente de ciencias nos gusta tanto y apasiona.
Con esta percepción particular, decidí estudiar bioquímica en la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas de la Universidad de Chile, titulándome en el año 2005. Mi tesis se orientó en microbiología y biología molecular, donde estudié específicamente los mecanismos de comunicación bacteriana. Dos años más tarde inicié mi doctorado en Microbiología en la Universidad de Chile, donde profundice el estudio de los mecanismos de comunicación bacteriana al observar la biofísica de proteínas involucradas, entrando en contacto con otras áreas de las ciencias.
Más allá de seguir una línea de investigación particular, focalicé mis esfuerzos en la pregunta y en la búsqueda de herramientas que me permitieran responderla, búsqueda que muchas veces te hace cruzar las disciplinas. Siempre me interesó la relación entre la microbiología y la física, la biofísica, pero me llamaba aún más la atención ese nuevo conocimiento que se genera al hacerse preguntas en conjunto con científicos diversos.
El año 2011, me incorporé como investigadora al Laboratorio de Atrapamiento Óptico y Microscopía del Centro de Óptica y Fotónica (CEFOP) de la Universidad de Concepción. Acá se estudian los fenómenos integrando elementos provenientes de la física, biología e ingeniería, buscando generar conocimientos más amplios a través de la aplicación de distintas técnicas ópticas que permiten obtener información cuantitativa de distintos procesos biológicos. Un ejemplo es la implementación de la técnica de microscopía de desenfoque, con la cual hemos estudiado las propiedades mecánicas de membranas biológicas de glóbulos rojos humanos. Actualmente, estamos trabajando en la implementación de pinzas ópticas dobles acopladas para poder estudiar las fuerzas involucradas en el proceso de catálisis de proteínas a nivel individual.
Particularmente, dentro de mis funciones como investigadora del CEFOP está la búsqueda de nuevas aplicaciones de las técnicas de instrumentación óptica en procesos biológicos. En esa línea, con mi equipo estamos desarrollando un prototipo óptico-digital para poder identificar y contabilizar las semillas de mitílidos fijadas en colectores de centros semilleros en el sur de Chile, junto al Grupo de Investigación y Desarrollo en Mitilicultura (ProMytilus-Udec) de la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas de la Universidad de Concepción.
El poder de la interdisciplina
El trabajo colaborativo de alguna forma abre un poco la mente. Fue en medio de este quehacer donde surge mi interés en la docencia, viendo en esta forma de trabajar en investigación una buena estrategia para transmitir el conocimiento. Es por esto que en el año 2016 ingresar en el programa formación pedagógica de la Universidad del Desarrollo, buscando con estas nuevas herramientas no sólo enseñar lo que se hace dentro de un laboratorio, sino también hacerle entender a la sociedad la importancia de la ciencia en sus vidas.
La ciencia de manera interdisciplinar es capaz de resolver problemas del país y no sólo quedarse en buenas intenciones. Por eso creo que el mayor desafío que enfrenta la ciencia hoy es salir de la zona de confort para entender el lenguaje de otra disciplina y trabajar en conjunto, salir de la zona de confort y divulgar a públicos amplios. Estudié pedagogía para transmitir mi conocimiento de manera más efectiva, porque siento y creo que debemos llegar a la ciudadanía, y cómo esto realmente me importa, debemos dar el ejemplo.
Buscando aplicar lo aprendido, este año me incorporé a un proyecto de interés público, el que implementó una red de sensores fotométricos para la medición y monitoreo en tiempo-real de material particulado (MP) respirable 2.5 en la Región del Biobío. A la fecha ya se encuentran instalados 21 equipos en Centros de Salud Familiar (CESFAM), establecimientos educacionales, el Hospital de Coronel y en estaciones de la red del Sistema de Información Nacional de Calidad del Aire (SINCA) del Ministerio de Medio Ambiente, distribuidos en Concepción, Chillán y Los Ángeles.
Este tipo de proyectos nos ayudan a vincularnos directamente con la comunidad, mediante talleres y capacitaciones, donde ellos logran entender la importancia de lo que hacemos y en lo que ellos también se involucran. Además, nos ayudan a conectarnos con aquellos que toman decisiones, al entregar una herramienta de apoyo e información, logrando aportar en la resolución de problemas que actualmente aquejan a nuestro país.
Docencia, investigación y divulgación, pilares del desarrollo del conocimiento
Frente a esto, creo que es necesario que a los y las investigadoras en un futuro se les dé la posibilidad de participar en las tres áreas fundamentales del conocimiento científico: la docencia (tanto a nivel universitaria como escolar), la investigación y la divulgación a nivel de público general. Esas tres áreas son igualmente mencionadas, pero no igualmente valoradas. Si a estos tres pilares se les diese la misma importancia, creo que más científicos se sumarían y lo harían de manera profesional, así como hacemos investigación, cuyos estándares en Chile son excelentes.