En 2017, tres investigadores líderes en vacunas presentaron una solicitud de subvención con un objetivo ambicioso. En ese momento, nadie había demostrado que una vacuna pudiera detener ni siquiera un coronavirus beta, el notorio grupo viral que se sabía que incluía los agentes letales del síndrome respiratorio agudo severo (SARS) y el síndrome respiratorio del Medio Oriente (MERS), así como varios causas del resfriado común y muchos virus de los murciélagos. Pero estos investigadores querían desarrollar una vacuna contra todos ellos.